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Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro:
Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.
ISBN: 9789871138906
Editorial: Austral
Esta obra se convirtió en uno de los títulos míticos de la literatura latinoamericana. La sorprendente historia de la familia Trueba tiene de todo: amores pasionales, desencuentros, esoterismo, secretos y política latinoamericana. ¡Vamos a descubrir este maravilloso libro!
Rosa era la mayor de las hijas vivas de Nívea y Severo del Valle. Su extraña belleza tenía una cualidad perturbadora.
Era blanca, lisa, sin arrugas, como una muñeca de loza, con el cabello verde y los ojos amarillos, la criatura más hermosa que había nacido. Era inmune a la vanidad y rara vez pensaba en su novio, Esteban Trueba, a causa de su temperamento olvidadizo y porque dos años de separación son mucha ausencia.
Esteban trabajaba en las minas y le escribía metódicamente. No había pensado en el amor antes de conocer a Rosa y el romanticismo le parecía peligroso e inútil, pero su belleza lo cautivó.
El padre de Rosa tenía ambiciones políticas y su madre lo acompañaba con la esperanza de conquistar el voto femenino en caso de que él llegase a ocupar un puesto en el Congreso.
Clara, la hermana menor, tenía poderes mentales. Hablaba con espíritus, movía cosas de lugar con solo proponérselo y presagiaba el futuro. Cuando comenzaron a concretarse los planes políticos de Severo, Clara anunció que habría un muerto en la casa y que sería por equivocación.
La bella Rosa amaneció con fiebre y Nívea ordenó que la dejaran en cama, ya que el doctor había dicho que no era nada grave. Severo autorizó a la cuidadora de las niñas, la Nana, a darle también aguardiente. La Nana entró a la habitación y Rosa estaba muerta.
El doctor Cuevas descubrió que en ese aguardiente había veneno y se lo dijo a Severo, quien tenía enemigos en la política. Severo se sintió profundamente culpable.
Fue el primero de muchos actos de violencia que marcaron el destino de la familia, y sobre todo, la vida de Clara y Esteban Trueba. La hermana menor sintió por dentro todo el silencio del mundo. El silencio la dominó y no volvió a hablar hasta nueve años después, cuando sacó la voz para anunciar que se iba a casar.
Esteban Trueba tenía una hermana, Férula, que había aceptado el papel de enfermera de su madre. Dormía en la habitación contigua a la de doña Ester, dispuesta en todo momento a acudir corriendo a su lado a servirle.
Esteban dispuso, luego de la muerte de Rosa, dejar de trabajar en la mina y poner en pie la estancia abandonada de la familia. Con muchísimo trabajo y organización, logró levantar Las tres Marías y llenar sus bolsillos voluptuosamente. Se fue convirtiendo en un salvaje, no hacía más que trabajar, mandonear a sus peones, y violar a las adolescentes del pueblo.
Pancha García quedó embarazada del patrón, que empezó a verla como un enorme envase que contenía una sustancia gelatinosa, que no podía reconocer como un hijo suyo. Pancha regresó al rancho de sus padres.
Trueba tenía grandes ambiciones políticas y se juntaba con otros terratenientes de la región en el club del pueblo para planear la acción antes de las elecciones. Comenzaban a infiltrarse en los fundos los delegados de los nuevos partidos de izquierda, y la idea del comunismo en el país lo envolvía en cólera.
A doña Ester y a Férula les daba lo que nunca ambicionaron, pero no tuvo tiempo, en todos esos años, para ir a visitarlas. Hasta que un día recibió una carta de su hermana, y fue a despedirse de su madre, que luego murió. En ese viaje se encontró con Clara.
Clara tenía diez años cuando decidió que no valía la pena hablar y se encerró en el mutismo. Llenaba incontables cuadernos con sus anotaciones privadas, conocía el significado de los sueños. Ocupaba el tiempo en mover los objetos sin tocarlos, corretear a su perro Barrabás, practicar juegos de adivinación y aprender a tejer.
Clara acompañaba a su madre y sus amigas sufragistas a arengar a las obreras en las fábricas, mientras los capataces y los patrones las observaban, burlones. Describía en sus cuadernos el contraste entre las sufragistas, con abrigos de piel y botas de gamuza, hablando de opresión, de igualdad y de derechos a un grupo resignado de trabajadoras.
Todos habían perdido la esperanza de volver a oírle la voz, cuando el día de su cumpleaños, después de soplar las diecinueve velas de su pastel de chocolate, pronunció las palabras: “Pronto me voy a casar con el novio de Rosa”.
Esteban Trueba estaba perdidamente enamorado de Clara. Al tiempo de casarse, fue evidente que estaba embarazada. El cariño que Férula sentía por su cuñada se transformó en pasión por cuidarla.
Tuvieron una hija llamada Blanca y la familia decidió ir a pasar el verano a Las tres Marías. La niña estaba fascinada con el hijo del administrador, Pedro Tercero. Clara dejó atrás el interés por la escuela rural y el taller de costura o las reuniones feministas, y volvió a opinar que todo era muy bonito. Comprendieron que otra vez estaba encinta, y volvieron a la ciudad.
Entró en otro de sus largos períodos de silencio; le duró varios meses, durante los cuales se servía de la pizarrita. Deambulaba como una sombra gorda y callada por la casa, con desinterés por todo lo que la rodeaba, incluido su marido. Cuando el patrón volvía al campo, se hacía sus momentos a solas con la prostituta del pueblo, Tránsito Soto.
El doctor Cuevas estaba preparándose para volver a abrir la barriga a Clara cuando murieron en un accidente de auto Severo y Nívea del Valle. La Nana volvió a trabajar con ella. Se detestaban con Férula y competían por el amor de la familia.
Una noche, Férula escuchó a Clara soñar, y se apresuró a ir a la cama con ella para contenerla. Su hermano las vio, los celos se apoderaron de él y echó a Férula de la casa. Después de un tiempo, ella entró a la casa, le puso una mano en cada hombro a Clara y la besó en la frente. “Férula ha muerto”, anunció Clara. Su espíritu había ido a despedirse.
Blanca y Pedro Tercero se encontraban esporádicamente a escondidas cuando ella viajaba a Las tres Marías. Ese amor no podría ser, ya que era la hija del patrón y Pedro era el único que le hacía frente. Tocaba canciones en su guitarra mientras Blanca lo miraba obnubilada. Esa noche, todo cambió con el terremoto.
Esteban Trueba apareció en el umbral de la puerta en el mismo momento en que la casa se partía como una cáscara de huevo y se derrumbaba en una nube de polvo, aplastándolo bajo una montaña de escombros, a todo lo cual sobrevivió.
Se desató un zafarrancho de gérmenes que provocó diversas pestes en todo el país. En la capital, el terremoto sorprendió a la Nana en su cama y la mató del susto. Clara cambió mucho en esos meses. Debió ponerse junto a Pedro Segundo García a la tarea de salvar lo que pudiera ser salvado. Su marido tenía que hacer reposo absoluto. Llegó a detestarlo.
El patrón anunció a la familia que había despedido a Pedro Tercero García con orden de no volver a pisar la propiedad, porque lo sorprendió llevando ideas comunistas a los campesinos.
Los encuentros de Blanca y Pedro Tercero eran distanciados e irregulares, pero por lo mismo más intensos. Hasta que el conde Jean de Satigny, que iba a hacer negocios con su padre, los descubrió. El conde quería casarse con Blanca para adquirir su buena posición económica.
Los planes que tenía el conde Jean de Satigny se veían amenazados por el alboroto que podrían causar los encuentros entre Blanca y un desconocido, entonces le pidió matrimonio.
Blanca se negó rotundamente, alejándose del conde, con quien tenía una gran amistad, y siguió viendo a Pedro Tercero a escondidas por las noches, hasta que el conde le contó todo a Trueba. Luego de lanzar improperios a su hija y de darle tal paliza que no olvidaría jamás, discutió con Clara, y le pegó una trompada que le sacó los dientes. Clara no volvió a hablar a su marido nunca más en su vida. Junto con Blanca, regresaron a la capital.
Trueba sentía que Pedro Tercero tenía toda la culpa de lo que había pasado. Comenzó a buscarlo para matarlo. Un niño, que luego Trueba se enteraría era su nieto, hijo del bastardo que había tenido con Pancha García, se presentó un día y lo acompañó a donde estaba Pedro Tercero.
El encuentro terminó con el músico con tres dedos menos, porque de un hachazo Esteban Trueba se los sacó. Por suerte, Pedro Tercero pudo escapar.
Al poco tiempo, Blanca admitió estar embarazada, pero nunca dijo de quién, aunque había habido un solo hombre en su vida. Terminó por aceptar al conde Jean de Satigny como marido. Luego de casarse y convivir un tiempo lejos de la ciudad, Blanca descubrió la afición del conde por el erotismo índigena y su marido se dio a la fuga.
Blanca volvió a la ciudad con su familia, y dio a luz a Alba.
Jaime estudiaba medicina porque sentía gran vocación por ayudar a los empobrecidos del país. Se pasaba horas encerrado en su habitación leyendo. Se llevaba muy bien con su sobrina Alba.
Por su parte, Nicolás buscaba respuestas a través de la religión y viajó alrededor del mundo en pos de ello. Hasta que un día volvió a su país y su padre lo echó, avergonzado por las excentricidades de su hijo, y no volvió jamás.
La presencia de su nieta en la casa dulcificó el carácter de Esteban Trueba. Con ella pudo construir una relación muy amorosa, pese a sus diferencias políticas. Alba conoció en la facultad a su gran amor, Miguel. Era el hermano de la antigua novia de su tío Nicolás, de quien su mellizo Jaime estuvo muy enamorado en secreto, y se dio la unión allí.
El deterioro de Clara era notable, y decidió morir, sabiendo que iba a poder comunicarse con los suyos a través de la telepatía. La familia entró en un gran pozo del cual nunca pudo salir, ya que se había muerto la alegría del hogar y quien unía todas las piezas de la familia.
La militancia del novio de Alba era ardua y sostenía que había que hacer la revolución por las armas. En cambio, Jaime y Blanca creían que el socialismo iba a llegar al poder a través de la democracia. Y así fue. Duró poco la alegría en las calles ya que los conservadores, con Esteban Trueba a la cabeza, hicieron un golpe militar.
La dictadura se apoderó del país, y la violencia apareció crudamente. La clandestinidad era la única opción, y Miguel y Alba ya no pudieron verse. Jaime fue fusilado el mismísimo día del golpe, sin que su apellido y su buena tarea durante años en favor de los empobrecidos, generase piedad en los militares.
Blanca escondió a su amado Pedro Tercero en la casa de la familia, hasta que no aguantó más y se lo contó a su padre. Para su sorpresa, Esteban Trueba no estaba de acuerdo con los métodos que estaban impartiendo los militares y ayudó a los padres de su nieta a exiliarse.
Todo cambió para Trueba cuando los militares se llevaron a Alba, su único lazo fuerte. El patrón no pudo hacer nada y se vio humillado en su propia casa. A su nieta la torturaron, la violaron, pero no pudieron con su fuerza, y cuando Esteban fue a pedirle ayuda a la prostituta del pueblo para liberar a Alba, se encontró con su nieta aún viva.
Quien cometió esas calamidades había sido el mismísimo nieto de Esteban Trueba. Aquel niño que le dijo dónde estaba Pedro Tercero llegó a ser su peor pesadilla torturando a su querida nieta. A pesar de todo, su nieta estaba con él, y pudo dejar atrás rencores y odios, y se despidió de la vida a los noventa años.
Alba, una de las pocas sobrevivientes del linaje familiar, sostiene que su oficio es la vida y que su misión no es prolongar el odio. Cuenta la historia de su familia en estas páginas, y espera el regreso de Miguel. Esperanzada con tiempos mejores, gesta la criatura que tiene en el vientre, hija de tantas violaciones, o tal vez hija de Miguel, pero sobre todo hija de ella.
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Escucha “Largo pétalo de mar” de Isabel Allende para seguir descubriendo su literatura. En esta oportunidad, cuenta una historia desgarradora sobre varias familias entrelazadas por la tragedia, el exilio y las convicciones políticas.
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Es la escritora más reconocida de América Latina. Sus ventas alcanzan las 72 millones de copias en todo el mundo y sus obras fueron traducidas a 42 idiomas. Nacida en Lima, Perú,... (Lea mas)
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